La Bardana, a flor de piel.

     La bardana es una planta robusta propia de regiones templadas. Es silvestre, bienal y en oriente la usan por sus propiedades culinarias.
     En fitoterapia usamos su raíz por su gran riqueza en polienos y ácidos alcoholes que al actuar sobre los microorganismos de la piel, le dan una importante acción antibacteriana y antiséptica. 
     Estas importantes propiedades son las que le han valido su nombre popular "La hierba de los tiñosos", haciendo así referencia a su utilización para mejorar las afecciones de la piel.
     Esta acción se ve reforzada por su capacidad para normalizar los niveles de azúcar en sangre, reforzando su acción contra el acné, espinillas, puntos negros, eczema, etc.
     Es un depurativo muy efectivo para limpiar la sangre y el sistema linfático. Disminuye congestiones e hinchazones, elimina toxinas (sea por la piel o por la orina) y precipita el ácido úrico. 
     Indicada para reuma, artritis, ciática, gota, acidez sanguínea, edemas, cálculos (renales y vesiculares), acné, eccemas, erupciones, resfríos con fiebre y dolor de garganta, afecciones gástricas, hepáticas y biliares, cistitis, infecciones urinarias, nefritis, herpes y diabetes. 
     En oriente se la considera estimulante del sistema nervioso y vigorizante sexual. Estudios recientes demuestran que reduce el tamaño de ciertos tumores cancerosos. 
     En todos los casos se aconseja decocción tomando hasta 3 tazas diarias antes de las comidas. El consumo de raíz fresca como alimento resulta también terapéutico.
     En los cambios de estación puede hacerse en buen tratamiento con una taza en ayunas durante 20 días.
     Externamente la bardana se usa en forma de compresas para complementar el tratamiento de abscesos, furúnculos, quistes sebáceos, enfermedades eruptivas (escarlatina, varicela, sarampión, etc.), herpes. En estos casos se utiliza una decocción más concentrada.

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